La anemia es un término con el que la mayoría estamos familiarizados, ya sea porque la hemos sufrido nosotros o alguien cercano. Se trata de una condición que se produce cuando los órganos no reciben el oxígeno suficiente para funcionar correctamente.
La causa está en la sangre, que sufre una carencia de glóbulos rojos sanos o estos son anormales. También puede estar causada por una hemoglobina anormal o baja.
La anemia provoca síntomas como la fatiga, siendo una de las afecciones sanguíneas más comunes en el mundo. Las mujeres, los niños y las personas con enfermedades crónicas son las que más probabilidades tienen de desarrollarla.
Ciertas formas de anemia son hereditarias, es decir pasan de generación en generación. De esta manera, los bebés pueden verse afectados ya desde el momento del nacimiento.
Las mujeres en edad fértil son particularmente susceptibles a la anemia. La deficiencia de hierro debida a la pérdida de sangre de la menstruación y el aumento de las demandas de suministro de sangre durante el embarazo suelen ser los causantes. Las personas mayores también tienen un mayor riesgo de desarrollar anemia debido a la mala alimentación y ciertas condiciones médicas que suelen ir asociadas al envejecimiento.
Existen muchos tipos de anemia, siendo todas muy diferentes en sus causas y tratamientos. La anemia ferropénica es el tipo más común y se puede tratar fácilmente con cambios en la dieta y suplementos de hierro. Hay formas que se consideran incluso normales, como la anemia leve, que se desarrolla durante el embarazo. Otros tipos son más serios, ya que pueden presentar problemas de salud a lo largo de toda la vida de la persona que la sufre.