El sueño limpio es una de las mayores tendencias de lo que llevamos de año. Los estudios demuestran que los patrones de sueño y la obesidad guardan una relación muy estrecha.
La salud en general también se beneficia cuando dejamos que el orden y, sobre todo, el sentido común marquen la pauta. Las siguientes son cuatro claves para convertirse en una maestra de este método:
Las horas de sueño
No todas las personas necesitan las mismas horas de sueño. Hay quien se levanta lleno de energía con seis o siete horas, mientras que otros no lo hacen con menos de ocho o nueve. Averigua el número que más te ayuda a funcionar a pleno rendimiento durante el día. Los cambios de estación pueden influir en nuestro número de horas de sueño ideal, así que no dudes en ajustarlo si lo consideras necesario. Y muy importante, cíñete al plan todos los días.
El espacio
La mente debe reconocer el dormitorio como un espacio para el sueño. Eso significa que hay que eliminar las distracciones, así como cualquier riesgo de interrupción del espacio donde vamos a dormir. Reservar el dormitorio únicamente para dormir y dejar de hacer otras actividades en él es lo ideal, pero, aunque si por cuestiones de espacio, no es posible, intenta al menos que todo esté lo más ordenado posible antes de meterte en la cama.
La cama
El lugar donde ponemos nuestro cuerpo y mente a descansar debe someterse a limpiezas y renovaciones periódicas. La vida útil de un colchón es de diez años. Las sábanas se tienen que cambiar por lo menos una vez a la semana, mientras que la funda de la almohada más a menudo.
Los dispositivos
Mantener los teléfonos móviles, tablets y ordenadores portátiles a distancia es la cuarta regla de oro del sueño limpio. Apágalo hasta la mañana siguiente y asegúrate de que su pantalla no es lo último que ves antes de ponerte a conciliar el sueño. Leer algo o escribir un diario son dos actividades excelentes a diferencia de consultar el correo electrónico o las notificaciones de las redes sociales.