Helicobacter pylori: guía práctica de dieta, suplementos y remedios naturales que sí ayudan (sin sustituir antibióticos)

  • Los remedios naturales son coadyuvantes; la erradicación requiere antibióticos y control médico.
  • Mejoran síntomas y mucosa: probióticos, sulforafano, propóleo, DGL, zinc-carnosina y L-glutamina.
  • Dieta suave y fraccionada, sin irritantes, con cocciones ligeras y buena hidratación.
  • Valora contraindicaciones: aceites esenciales, cúrcuma, jengibre, té verde, ajo y miel requieren supervisión.

estómago e infecciones

Helicobacter pylori es una bacteria que provoca una infección que mayormente hace que las personas sufran tanto úlceras gástricas como gastritis; en algunos casos también contribuye a la formación de cáncer gástrico. Puede vivir en el ácido del estómago gracias a su ureasa y se incorpora al organismo por agua o alimentos contaminados, contacto con animales y por falta de higiene.

Los síntomas más comunes son dolor de estómago, disminución del peso corporal, náuseas, vómitos y pérdida del apetito, entre otros. En la actualidad existen consejos naturales que puedes poner en práctica para apoyar el control de Helicobacter pylori, siempre como complemento del tratamiento médico.

> Practicar la terapia ortomolecular.

> Practicar la fitoterapia, se recomienda la raíz de malvadisco y el ajo.

> Beber a diario infusiones de manzanilla y menta.

> Comer pocas cantidades de alimentos y masticarlos bien.

> Llevar a cabo una dieta muy sana y nutritiva.

> Evitar la ingesta de gaseosas, carnes rojas, dulces, alcohol y café.

> Practicar reflexología podal.

¿Qué es, cómo se transmite y cuándo consultar?

H. pylori afecta a una gran parte de la población y habita en la mucosa gástrica. Se transmite por contacto directo, alimentos y agua contaminados, además de vías fecal‑oral y oral‑oral. Muchas personas no presentan síntomas hasta la adultez, cuando pueden aparecer gastritis, dispepsia y úlceras. Si notas dolor abdominal persistente, vómitos, anemia o heces negras, consulta con tu médico para diagnóstico con prueba del aliento, antígeno en heces o endoscopia.

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Tratamiento médico y por qué los remedios son solo un apoyo

La primera elección es la terapia con antibióticos combinada con supresores de ácido (triple o cuádruple terapia con bismuto). Suele lograr altas tasas de erradicación, aunque la resistencia antimicrobiana obliga a ajustar pautas. No existe evidencia sólida de que una “receta natural” por sí sola erradique la bacteria; los remedios sirven como complemento, nunca sustituto, y deben usarse bajo supervisión profesional.

Remedios naturales con evidencia como complemento

Aceites esenciales (uso responsable)

Algunos aceites como orégano (carvacrol y timol), árbol de té, limoncillo, cedro, abeto plateado, aguja de pino podrían inhibir la ureasa y reducir la carga bacteriana. Para aliviar molestias digestivas se puede aplicar tópicamente sobre el abdomen diluyendo 3–5 gotas en 15 ml de aceite portador. La ingesta solo debe hacerse si lo autoriza un profesional, por potencial toxicidad y contraindicaciones.

Propóleo

El propóleo tiene actividad antimicrobiana y antiinflamatoria. En adultos se utilizan con frecuencia 400–500 mg/día en comprimidos, evitando embarazo, trastornos hemorrágicos o anticoagulantes. Puede apoyar la erradicación y aliviar la gastritis.

Jengibre

El jengibre ayuda en la dispepsia y puede disminuir la colonización. Dosis habituales: hasta 3 g/día en polvo en comidas o infusiones. Evita si tomas anticoagulantes, padeces hemofilia, ciertas cardiopatías o en etapas avanzadas del embarazo.

Cúrcuma (curcumina)

La curcumina posee actividad antioxidante y antimicrobiana útil como coadyuvante. En cocina o en cápsulas, suele limitarse a hasta 1,5 g de cúrcuma/día. Precaución en problemas de coagulación, vesícula o hígado, embarazo y lactancia.

Repollo o col blanca

Relacionada de forma inversa con gastritis y cáncer gástrico. Puede emplearse cocido o en jugo vegetal (moderando por flatulencias). Consulta sobre frecuencia y tolerancia individual.

Brócoli y brotes (sulforafano)

El sulforafano puede disminuir la colonización y mejorar la respuesta antiinflamatoria. Incorpora brócoli al vapor o brotes; hay extractos estandarizados que algunos profesionales indican como apoyo.

Probióticos

Los probióticos ayudan a equilibrar la microbiota y reducir efectos adversos de antibióticos. Aporta yogur con cultivos vivos, kéfir, chucrut o kombucha; los suplementos se emplean bajo guía médica.

Miel

Con propiedades antibacterianas, su consumo habitual podría asociarse a menor positividad de H. pylori. Úsala para endulzar infusiones; consulta si tienes diabetes, embarazo o lactancia.

Té verde

Rico en polifenoles con actividad antimicrobiana. Infusión: agua caliente antes del hervor, 5 g de té, reposo breve y colado. Evita si hay trastornos hemorrágicos, ansiedad marcada, hipertensión no controlada, SII o glaucoma.

Ajo

El ajo crudo muestra efecto antibacteriano complementario. Se suelen tolerar 1–2 dientes/día o infusión suave. Evita en trastornos hemorrágicos, embarazo o lactancia y consulta si tomas medicación.

Romero e hierbaluisa

El romero aporta actividad antioxidante y antibacteriana en infusión. La hierbaluisa también muestra potencial, pero puede potenciar sedantes; ambas están desaconsejadas en embarazo y lactancia.

Otros coadyuvantes estudiados

Regaliz deglicirrizado (DGL) protege la mucosa y reduce la adherencia bacteriana si se toma antes de las comidas. Berberina ejerce acción antimicrobiana y disruptora de biofilm. Lentisco (Pistacia lentiscus) ayuda a desorganizar el biofilm y calma la irritación gástrica. L‑glutamina favorece la regeneración de la mucosa (dosis fraccionadas hasta alrededor de 10 g/día, según criterio profesional). Zinc‑carnosina se adhiere a la mucosa y promueve la cicatrización. Aloe vera sin aloína reduce inflamación y apoya la reparación. Espino amarillo aporta antioxidantes y ácidos grasos. Algunos complejos antioxidantes como Auxina AE Forte o fórmulas homeopáticas tipo Mucosa compositum se emplean en protocolos integrales, siempre con asesoramiento sanitario y considerando la evidencia disponible.

Dieta y hábitos que mejoran los síntomas

Prioriza alimentos blandos y fáciles de digerir (arroz, avena, puré de patata, yogur natural), pequeñas comidas frecuentes y buena masticación. Evita fritos, picantes, ultraprocesados, alcohol y cafeína.

Recomendaciones de entidades digestivas: aceite de oliva suave; lácteos sin lactosa, queso fresco y yogur; patatas, pasta, arroz y pan blanco tostado; pescado blanco, mariscos, carnes magras y pavo; frutas no ácidas (manzana, pera, plátano, membrillo) preferiblemente cocidas; verduras cocidas (calabacín, judías verdes, zanahoria, remolacha, tomate sin piel, cebolla pochada, espinaca y acelga).

Usa cocciones vapor o hervido y reduce sal, encurtidos, ahumados y carnes grasas. Evita cítricos y verduras crudas si irritan. Hidrátate a sorbos fuera de las comidas y descansa unos minutos tras comer.

En cereales, mejor blanco/tostado si hay irritación; el integral es más saludable pero puede empeorar la tolerancia en fase aguda. Con legumbres, cambia el agua tras un hervor inicial y tritúralas para reducir gases.

El tabaco y el alcohol empeoran la mucosa. Controlar el estrés con técnicas de relajación y cuidar la higiene alimentaria reduce recurrencias.

Preguntas frecuentes

¿Debo evitar todos los lácteos? No necesariamente: suelen tolerarse mejor los sin lactosa, yogur/kéfir y quesos frescos; limita leche entera, nata y fermentados curados.

¿Puedo tomar probióticos en lugar de yogur? Sí, pero los suplementos deben pautarse por un profesional; los alimentos fermentados también son útiles.

¿Cuánto tiempo sigo la dieta? Mantén una alimentación suave durante el tratamiento y reintroduce alimentos gradualmente según tolerancia y criterio clínico.

¿Puedo beber té de hierbas? Sí, en general infusiones suaves como manzanilla o menta ayudan; té verde requiere valoración individual por sus contraindicaciones.

¿Es necesario tomar antibióticos? Sí, la erradicación se logra con terapia antibiótica; los remedios naturales solo complementan y no deben usarse como único tratamiento.

Con un enfoque basado en diagnóstico médico, antibióticos adecuados y apoyo nutricional y fitoterapéutico bien seleccionado, es posible reducir la carga bacteriana, proteger la mucosa gástrica y aliviar los síntomas, mejorando la calidad de vida y disminuyendo las recaídas.