Los azúcares añadidos son muy difíciles de evitar, ya que, por alguna inexplicable razón, se encuentran prácticamente en todas partes, aumentando nuestra adicción a ellos cada día que pasa.
Lo que sí está en nuestra mano es intentar reducir su ingesta. Si quieres conseguir una alimentación más saludable que beneficie tu estado de forma y tu imagen, sigue estos sencillos trucos.
Acostúmbrate a leer las etiquetas de los productos y familiarízate con los distintos nombres que recibe. Expresiones como agave, jarabe de maíz o fructosa pueden parecer saludables, pero en realidad no lo son. De esta manera, sabrás si el fabricante ha escondido una dosis extra de azúcar en aquello que posteriormente vas a dar de comer a ti y a tu familia.
No abuses del azúcar a la hora de endulzar tu taza de café o de té, especialmente si consumes varios al día. Mide muy bien las cucharaditas que añades o apuesta por alternativas naturales como la estevia. Sumadas al cabo de un año, esas cucharaditas de más representan una cantidad enorme de calorías.
Dado que la bollería industrial es alta en azúcares añadidos, mantener tu despensa lo más limpia posible de pastelitos y galletas representará una reducción automática en la cantidad de azúcares añadidos que tomas. Además, alejarás la tentación de darte atracones que luego te hacen sentir culpable.
Recuerda que hay que diferenciar entre el azúcar natural (presente por ejemplo en la fruta) y los azúcares añadidos. No son la misma cosa. Ambos engordan si no se consumen con moderación, pero los segundos, además, tienen una serie de efectos perjudiciales sobre la salud de las personas.