Los lácteos son lo que conoce como un favorito problemático. A casi todo el mundo le encantan. Son la base de las pizzas y los helados, y entre sus beneficios se encuentra el fortalecimiento de los huesos. Sin embargo, sus potenciales efectos perjudiciales hacen que cada vez más personas busquen otras fuentes de calcio y sustituyan la leche y el queso tradicionales por variedades veganas.
Hinchazón de vientre: Si tu vientre está constantemente hinchado o a menudo te sientes fatigado sin razón aparente, la culpa puede ser de la leche, el queso, los yogures… Estos síntomas, junto a un ritmo intestinal descontrolado, a menudo esconden algún grado de intolerancia a la lactosa.
Sinusitis: ¿Los sprays nasales se han vuelto indispensables en tu vida? Dado que pueden contribuir a la congestión, los lácteos podrían estar detrás de tus problemas para respirar bien por la nariz. Muchas personas han dejado de consumirlos y no han vuelto a sufrir infecciones en los senos paranasales ni sentido esa incómoda presión en los senos.
Acné: La leche de vaca contiene hormonas del crecimiento, grasas y azúcares (incluso si es orgánica), lo que puede perjudicar el estado de la piel. Si hace tiempo que dejaste atrás la adolescencia y todavía tienes espinillas o te notas la piel sucia y apagada, reducir o cortar el consumo de lácteos puede ser la solución. Cabe señalar que se necesita alrededor de un mes para empezar a notar cómo la piel se ilumina y se suaviza.
Fatiga, hinchazón, congestión… dejar los lácteos puede hacer que todos estos problemas desaparezcan. Además, facilitará la entrada en tu alimentación de un montón de nuevos alimentos, más nutritivos y saludables.