El otoño es una época de cambios, pero tanto si se producen cambios en nuestra vida como si no, durante el otoño las personas más sensibles pueden desarrollar lo que se conoce como ansiedad otoñal. Los nuevos desafíos pueden sobrepasarnos, mientras que la falta de ellos a menudo nos lleva a pensar que no estamos haciendo lo correcto con nuestra vida. Y ambas cosas son causas de ansiedad.
Este trastorno del estado de ánimo que muchas personas sufren sin saberlo se manifiesta con palpitaciones y una sensación nerviosa en el estómago. Se trata de síntomas que hacen muy difícil la vida diaria. Además, si se deja crecer, la ansiedad otoñal se puede transformar en una depresión grave. Por estas razones, hay que cortar el problema de raíz tomándose las cosas con calma y aplicando técnicas como las que describimos a continuación:
Los compromisos ineludibles a menudo son perjudiciales para las personas con ansiedad, así que intenta que no aparezcan muchos en tu agenda para los próximos meses. En su lugar, haz cosas que te recuerden que tienes elección, como ir al cine o practicar el yoga. Borra de un plumazo las fuentes de estrés, aunque ello implique no progresar en tu empleo o en tu vida personal. Ya habrá tiempo para eso. Lo importante ahora es centrarte en tu salud mental y no dejar que nada ni nadie te agobie.
Las alergias pueden contribuir a la ansiedad y la depresión. Averigua si sufres alguna y combátela para que tus niveles de ansiedad no sean todavía más altos por su culpa. Y es que cuando nuestro organismo se encuentra combatiendo una infección, nos deprimimos y eso es algo que las personas con ansiedad otoñal no pueden permitirse.
La deficencia de vitamina D ha sido vinculada con la depresión y la ansiedad, y dado que la exposición a la luz solar disminuye durante el otoño respecto al verano, es recomendable potenciar en la dieta los alimentos ricos en este nutriente o consultar con el médico la toma de suplementos. Otro nutriente importante de cara a prevenir la ansiedad es el magnesio, ya que sostiene el sistema nervioso central. Lo obtendremos de los vegetales de hoja verde (espinacas, acelgas…), frutos secos, semillas y legumbres (alubias, lentejas…). El chocolate negro también aporta un montón, pero hay que tener cuidado con el azúcar.