Si ya tienes tus propósitos de Año Nuevo, te damos la enhorabuena. Siempre está bien marcarse nuevas metas que nos ayuden a no dejar de evolucionar tanto por dentro como por fuera.
Sin embargo, después de leer los siguientes consejos quizá quieras replantearte alguno de ellos. Te explicamos qué tres propósitos de Año Nuevo no son una buena idea y por qué.
Practicar ejercicio todos los días
Comprometerse con uno mismo a practicar más ejercicio es fantástico, pero es necesario trazar una línea, especialmente si nunca has practicado mucho deporte. Cuando se establecen metas poco realistas, la probabilidad de fracaso es mayor. Eso conduce a la frustración y, en último término, al abandono del ejercicio. Empieza por dos o tres días y desde ahí ve subiendo a lo largo de un año. Es preferible ir despacio, pero ser constante, que ir como una bala y dejarlo a las dos semanas.
Eliminar un alimento de la dieta por completo
Si tu propósito de Año Nuevo es alcanzar una alimentación más saluable, no cometas el error de decir adiós para siempre a algunas de tus comidas favoritas, como pueden ser la pizza o las rosquillas. Puede ser muy triste y desmotivador. En lugar de eso, recorta su consumo a uno o máximo dos días por semana. Nuestra mente funciona con un sistema de recompensas. Si hay algo apetitoso esperándonos el fin de semana, afrontaremos la dieta y el ejercicio con mejor predisposición.
Empezar el 1 de enero
Aunque parece que es lo más lógico, instaurar un nuevo hábito el primer día del año puede resultar abrumador desde el punto de vista mental. Resulta muy cliché y quizás por eso, unido al final de las vacaciones y la vuelta a la rutina, podemos acabar viéndolo como algo obligatorio y odioso. Inicia tu propósito de Año Nuevo cuando te sientas preparado: puede ser el 6 de diciembre o el 15 de enero.