Alrededor de una quinta parte de las personas de 75 años o más no van nunca o casi nunca al dentista, pero es muy importante que lo hagan al menos una vez al año, ya que las bacterías que causan la enfermedad de las encías y la pérdida dental pueden aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades coronarias, aunerismas y otros problemas de salud.
Además, las enfermedades crónicas y los medicamentos pueden empeorar la salud bucodental, razón por la que si hay un grupo de población que no puede dejar de ir a las revisiones del dentista ese es el de la tercera edad.
Sin embargo, muchas personas de edad avanzada se resisten a ir debido a un deterioro de sus habilidades cognitivas; no entienden la necesidad de visitar un lugar en el que probablemente sufrirán dolor o tienen miedo al abandono. Luego están los que no tienen la suficiente movilidad cómo para llegar por sus propios medios al consultorio del dentista.
Las consecuencias son (aparte del antes mencionado mayor riesgo de desarrollar enfermedades) infecciones bucales, dolor constante y la pérdida de la autoestima y dignidad. Para poner fin a este problema, se ha de concienciar a los familiares o personas al cargo de los ancianos de lo importante que es que los lleven a la revisiones del dentista, algo que a menudo requiere de mucha paciencia en el sentido de estar convenciéndolos todo el tiempo para que no se levanten al sentir dolor y hagan caso a las instrucciones del dentista, pero que tiene su recompensa en forma de ancianos más felices y con una mejor calidad de vida.
También es necesario que un mayor número de dentistas sean entrenados en cómo tratar a los pacientes de edad avanzada, los cuales pueden ser intimidantes para muchos de estos profesionales dado que presentan un gran número de problemas médicos.