En estas fechas todas las grandes comilonas de la noche de Reyes culminan con un rico y dulce Roscón de Reyes. Los más despistados lo compran a última hora, otros los preparan en casa y otros tantos lo encargan a grandes pastelerías para no fallar.
El 6 de enero se celebra la llegada de los Reyes Magos. Unos Reyes que llegaron al establo donde nació Jesucristo, le llevaron varios y valiosos regalos. A día de hoy, esta fiesta la rememoran los más católicos y los menos católicos regalando presentes a sus seres queridos.
Desde la Edad Media se rememora este acontecimiento, principalmente en Francia, donde se decidía cada año un «rey de las fiestas». Esa noche todos se reunían familiares y amigos alrededor de una rosca de pan dulce, donde escondían un haba como símbolo del cuerpo de Jesús. Hoy en día, también se siguen escondiendo artilugios, figuras o sortijas como sustitución de este haba.
En España, el Roscón de Reyes se conoció gracias a nuestro país vecino Francia, gracias a los soldados repatriados de Flandes y más adelante, fue Felipe V quien lo instauró. Como todos sabemos, el Roscón de Reyes se decora con azúcar y tiras de fruta dulce, fruta escarchada.
Durante un tiempo, la costumbre de introducir un haba desapareció y volvió a aparecer a mediados del siglo XIX, siendo escogida la fecha del 6 de enero para ser degustado. Aunque en algunos hogares se consume el día 5 por la tarde, en la víspera del día de Reyes.
El «juego» del roscón, consiste en repartirlo a partes iguales entre los presentes del convite y el que encuentre la figura del rey se convertiría esa noche en el «rey de la fiesta». Mientras que el que encuentre el haba tendría el deber de pagar el postre y a la vez ser nombrado durante el convite «el tonto del haba», origen del famoso insulto «tontolaba».
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