Los ácaros no están directamente relacionados con ciertos episodios alérgicos, son sus partículas fecales las que son responsables de estas reacciones. A pesar de que no se pueden ver, los ácaros están generalmente presentes en lugares calientes como el tejido, los colchones, y las alfombras. Es allí donde se nutren de partículas microscópicas de la piel y de residuos que perdemos a diario.
Los síntomas de la alergia a los ácaros se producen generalmente a nivel respiratorio, las personas asmáticas son las más susceptibles de verse afectadas por estas alergias. Las personas que sufren estas alergias tienen tendencia a presentar ciertos síntomas, sobre todo al acostarse o al levantarse, o cuando se encuentran a proximidad de superficies con polvo de la casa.
Algunos síntomas que indican una alergia a los ácaros son las siguientes:
Estornudos frecuentes y sucesivos, congestión nasal importante, picor en la nariz, en ciertos casos tos y dificultades respiratorias, dermatitis e irritaciones y picores de la piel.
Estos síntomas se manifiestan durante todo el año, pero algunas estaciones son problemáticas, mucho más que otras para las personas alérgicas, como pueden ser la primavera o el otoño. Los síntomas aparecen al acostarse o al despertarse, tras haber pasado muchas horas en un colchón potencialmente infectado de ácaros. Estos síntomas suelen ser frecuentes cuando nos hallamos en habitaciones donde hay varias alfombras, o cuando se levanta polvo dentro de la casa.
Una vez que se ha domesticado este tipo de alergia, prevenirla dependerá de diversos factores. En cualquier caso, conviene saber que prevenir este tipo de alergia es algo complicado, porque estos insectos forman parte de nuestro entorno inmediato y eliminarlos completamente de nuestra casa es casi imposible.
La limpieza y una higiene correcta es uno de los mejores métodos para alejar el polvo del hogar, y por lo tanto restringir la proliferación de estos insectos molestos.