Todas las natas proceden de la leche de vaca. Esta se calienta a 35ºC y se vierte en una centrifugadora, de donde sale la nata, mezcla de grasa (de 30 a 40%) y de agua. Diferentes procedimientos se aplican después en función de la cantidad de nata que se quiere obtener, líquida o espesa.
La nata «fresca» es espesa puesto que ha sido pasteurizada y luego mezclada con fermentos. Esto le da ese sabor tan particular. Cuando es «doble» ha sido enriquecida con nata, y contiene, como su nombre indica, el doble de materias grasas (de 60 a 65%). Normalmente no se encuentra en comercios, pero los chefs de cocina y los pasteleros la aprecian mucho.
Pero esta nata fresca espesa puede ser cruda, es decir no pasteurizada. Es evidentemente la más frágil, pero también la más sabrosa. En cuanto a las natas líquidas, son más naturales, puesto que no llevan fermentos. Hay tres clases de nata: la nata «fresca» líquida que simplemente ha sido pasteurizada, la nata líquida esterilizada y la nata líquida UHT.
Estas natas líquidas son más suaves, su sabor es más simple, sobre todo cuando están esterilizadas y UHT, a pesar de que esta esterilización menos elevada daña algo menos los sabores. Son tan grasientas como las natas frescas espesas: de 30 a 35% de lípidos.
También están las natas líquidas «light«, esterilizadas o UHT y que contienen entre 5 y 12% de materias grasas.