Desde un punto de vista botánico, el tomate es una fruta, pero está considerada como una verdura. Su principal virtud nutritiva es su riqueza particular en vitamina C y en licopeno, sustancias antioxidantes cuyos efectos protectores sobre la salud han sido ampliamente demostrados. Rico en agua, en un 95%, el tomate tan solo presenta 15 calorías en cada 100 gramos. Lo esencial de su aporte energético está garantizado por sus glúcidos, fructosa y glucosa. Las proteínas y los lípidos no están presentes más que un pequeñas cantidades.
El tomate constituye una buena fuente de vitamina C y de vitaminas del grupo B, concretamente B3, B5 y B9, el ácido fólico o folatos. Igualmente contiene carotenoides, carotenos precursores de la vitamina A que se transforman en vitamina A en el organismo, y licopeno. Estas dos sustancias van dotadas de propiedades antioxidantes y son responsables del color rojo del tomate. Esta verdura contiene muchos minerales, potasio, fósforo y magnesio, así como oligoelementos como el hierro, el zinc, el cobalto, el níquel, el flúor, o el boro.
Concentradas en su piel y en sus semillas, estas fibras están compuestas de celulosas, y algo de pectinas. Los nutricionistas recomiendan consumir cada día al menos 5 porciones de frutas o de verduras, y disfrutar al máximo de su variedad estacional. La temporada del tomate va de julio a octubre. Un tomate o un puñado de tomates Cherry, corresponde a una porción de verdura.
De forma general, las vitaminas, compuestos antioxidantes y fibras contenidos en las frutas y las verduras juegan un papel protector significativo para la salud. Muchos estudios han demostrado que un consumo alto de verduras y de frutas podría reducir el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, un cáncer, y otras enfermedades.
La vitamina C y los carotenoides presentes en cantidad importante en el tomate, serían responsables en gran parte de efectos protectores en esta verdura.