La luz azul es emitida por teléfonos móviles, ordenadores, e-readers, televisores e incluso las farolas de muchas ciudades. Por esta razón, la gran mayoría de las personas viven expuestas a ella a diario.
Un exceso de esta luz artificial podría tener efectos secundarios perjudiciales sobre muchos aspectos de la salud humana, especialmente por la noche. Tanto que algunos expertos no dudan en señalarla como un creciente problema de salud pública.
La luz es el sincronizador más importante de los ritmos circadianos humanos. Unas células en la retina responden a la luz de longitud de onda corta, que proviene de un cielo azul sin nubes, pero también de la luz azul. A medida que los rayos de luz alcanzan dichas células, el cerebro deja de producir melatonina para centrarse en hormonas como el cortisol y la ghrelina, que nos despiertan y nos dan hambre.
Existen pruebas que sugieren que la exposición a la luz azul no sólo causaría problemas de sueño, sino también aumento de peso, depresión, enfermedades cardíacas y cáncer. Hasta ahora la relación causa y efecto no ha sido confirmada, pero para muchos expertos, hay datos lo suficientemente alarmantes como justificar una acción inmediata.
Si deseas prevenir los daños que se atribuyen a la luz azul, haz como en la Estación Espacial Internacional, donde oscurecen y cambian la luz a una longitud de onda más larga a medida que cae la noche. Considera atenuar las luces y alejarte de las pantallas azules brillantes por la noche. Utiliza filtros de luz azul en tus gafas de ver o instálalos directamente en los dispositivos electrónicos como teléfonos y tabletas. También puedes cambiar la configuración de la pantalla a unos tonos más cálidos. Reemplaza las luces del dormitorio por luces de longitud de onda más larga e invertir en un antifaz para dormir si las farolas brillan en tu ventana también se encuentran entre las estrategias más empleadas.