La flora intestinal está compuesta de bacterias, buenas y malas, que cuando se tiene un correcto equilibrio, mantiene una salud estable. También es muy compleja, puesto que hay más de cien mil millones de bacterias que la componen. Esta está en interacción continua con el cuerpo humano, por eso se puede llamar el segundo cerebro. Las bacterias que la componen comunican directamente con las células. Las bacterias producen moléculas que envían señales a las células intestinales.
Por ejemplo, hace falta algo o es necesario que se produzca más de otra cosa. Esto es lo que se llama el cross-talk, verdadero diálogo entre la flora intestinal y las células del cuerpo. Las bacterias también pueden ser identificadas por el sistema inmunitario y en función de la señal reconocida, la bacteria se dirige hacia el lugar donde es más eficaz. Las bacterias están implicadas a todos los niveles y por eso son tan importantes para nosotros.
El equilibrio de la flora intestinal puede ser controlado y equilibrado a través de la alimentación, el estrés, los medicamentos, el modo de vida y más cosas todavía. Cuando está en desequilibrio, las bacterias llamadas mallas toman el control y pueden causar enfermedades, infecciones, problemas de digestión, cansancio, depresión, etcétera. Por eso cada vez es más importante mantener una flora intestinal rica, diversificada y bien equilibrada.
Comer variado es algo que los nutricionistas reconocen como un bagaje para una buena salud. En efecto, cada alimento aporta elementos diferentes. Cuanto más se amplía la paleta gustativa, más posibilidades existen de beneficiarse de las sustancias correctas. Dicho de otra forma, cuantos más colores estén en el plato, más beneficioso es para la salud. Pero eso no es todo. Cada alimento está soportado por su bacteria, por lo tanto cuanto más se come de manera diversificada, más protegida se encuentra la flora intestinal. Las posibilidades son infinitas, basta con usar el ingenio y preparar platos divertidos y variados.