El hinojo es una planta aromática de bulbos dulces y delicados con un sutil sabor anisado, el cual se hace todavía más tenue cuando se cocina, razón por la que no hay razón para echarse para atrás debido a eso. Lo reconocerás en el mercado por la blancura de su bulbo.
Estrechamente ligado a la zanahoria, el hinojo contiene abundantes cantidades de vitaminas y minerales, incluyendo vitaminas A y C, ácido fólico, calcio y potasio. Además, una taza aporta menos de 30 calorías a cambio de 3 gramos de saciante fibra. Tampoco hay que olvidar que favorece la digestión y alivia el dolor de estómago, contribuyendo a expulsar la acumulación de gases.
Asimismo, presenta propiedades para reducir el nivel de colesterol en la sangre y combatir la tos, la anemia y la impotencia.
El hinojo tiene más usos en cocina de los que mucha gente piensa, lo que lo convierte en un alimento bastante infrautilizado. Las tres partes que lo forman (bulbo, tallo y hojas) son comestibles. Eso sí, dado tu que tienen sabores ligeramente diferentes las unas de las otras, las utilizaremos de manera distinta.
Puedes comerte el bulbo crudo si lo cortas en rodajas finas y lo mezclas con zumo de cítricos, aceite de oliva y una pizca de sal gruesa. Si prefieres cocinarlo, su fresco sabor complementará muy bien platos de pescado y aves de corral. También está muy rico con tomates frescos o un toque de queso.
Los tallos picados pueden reemplazar perfectamente al apio en cualquier receta. Le dan un toque especialmente agradable al pollo asado. Por último, las hojas las puedes arrancar y picar para dar un toque herbáceo a sopas, pollo, ensaladas y salsas.