La sal, ese pequeño alimento que nos mejora sin dudar nuestros platos de cocina puede volverse en nuestra contra si abusamos de él. Se dice que nosotros mismos somos los que educamos nuestro paladar, y por esta razón hay personas que tienden a echarse mucha sal en sus platos en comparación al resto.
Hay que tener cuidado, si nos acostumbramos a tomar los platos muy salados a la larga puede repercutir en nuestra salud. Se debe recordar que los alimentos en sí ya poseen sal, por ello, hay que evitar abusar.
Según la OMS, la Organización Mundial de la Salud, consumimos al día casi el doble de lo recomendado, es decir, de media se consume 9’7 gramos de sal al día. La sal repercute directamente en enfermedades como la hipertensión arterial que provoca infartos de miocardio o ictus cerebrales. Por ello, no hay que tomarse a la ligera la cantidad que utilizamos a la hora de cocinar.
Aprende a reducir la sal
Tampoco hay que prohibirse el consumo directo de la sal, a todos nos gusta que un plato esté sabroso y delicioso, pero debemos que encontrar nuestro propio equilibrio. Es cierto que las cosas se complican cuando vamos de cena con amigos porque ahí entran en juego muchos paladares y el aliño de una simple ensalada mixta puede ser una odisea para quien le toque aliñarla.
A continuación unas sugerencias que puedes tomar como referencia para evitar tomar tanta sal.
- Opta por cambiar la forma de cocinar los alimentos. Por ejemplo, si cocinamos al vapor, las propiedades de los alimentos no desaparecen y no es necesario echar tanta sal.
- Cambia la sal por especias aromáticas para aderezar los platos. Así no estarán faltos de sabor y no tendrás la necesidad de utilizar tanta sal.
- Aunque resulte extraño o no estemos acostumbrados, intenta aliñar y salar los platos al final, así evitarás un exceso.
- Utiliza sal marina. Su sabor es más fuerte, es más sana y permite utilizar menos cantidad.
- Cambia tu estilo de comidas, aliméntate de alimentos más frescos y evita de comidas procesadas, patatas fritas de bolsa, frutos secos fritos y salados, palomitas industriales, etc.
Un último consejo, es fijarse en el etiquetado de los alimentos que metemos en nuestra cesta de la compra, debemos fijarnos en los gramos de sal y sodio. Hay que tener en cuenta que el sodio no es sinónimo de sal, los gramos de sodio hay que multiplicarlos por 2’5 para que nos de el resultado real de sal del producto.