El pepino es una verdura muy refrescante. Compuesta de un 95% de agua, forma parte de los alimentos menos calóricos. Por lo tanto se trata de un aliado ideal para las personas que siguen un régimen para adelgazar, o dicho de otra forma, que posee un alto poder saciante.
Para beneficiarse de sus cualidades adelgazantes, su consumo requiere mucha masticación. Está claro que la masticación favorece igualmente la saciedad. Resultado: ayuda a comer menos y a sentir menos hambre.
El pepino contiene cucurbitacina C. Esta molécula contiene propiedades antiinflamatorias que pueden inhibir el crecimiento de las células cancerígenas. La cucurbitacina es la que da ese gusto amargo al pepino. Y como la gente prefiere los pepinos menos amargos, al final los que comemos habitualmente contienen poca cucurbitacina C.
El pepino también contiene antioxidantes, moléculas que ayudan al organismo a neutralizar los radicales libres. Estos últimos, cuando están en exceso, pueden ser perjudiciales para las células y verse implicados en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, ciertos cánceres y enfermedades relacionadas con el envejecimiento. Sin embargo, los antioxidantes están en la piel, y sólo nos podemos beneficiar de ellos si el pepino se come sin pelarlo. Como los pepinos se cultivan con pocos pesticidas, se recomienda comerlos con piel.
Paralelamente, conviene saber que el pepino contiene antioxidantes cuya actividad es débil con relación a otras verduras de consumo corriente como el pimiento rojo, la zanahoria, las espinacas, o la col. No obstante, comer a menudo pepino contribuye a reforzar nuestros aportes en antioxidantes.
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