El chocolate, todo lo que no se sabía sobre este alimento

Chocolate

Que sea con leche, con almendras, con avellanas, negro o blanco, el sabor del chocolate es muy apreciado tanto por pequeños como por mayores. Su consumo es diverso, mientras que algunos se contentan con solo comer algunas onzas a la semana, y otros más golosos pueden contar con más de una tableta por semana.

El origen del chocolate

El haba del cacao procede de un árbol tropical cultivado en un clima caliente y húmedo. En América Central, los mayas y los aztecas utilizaban este grano, como moneda de cambio, pero la consumían también para hacer una bebida amarga. El haba del cacao fue importada por los primeros colonos españoles, pero solo se utilizaba de forma terapéutica. A lo largo del siglo XIX el haba del cacao conoció su mayor éxito. Fueron los suizos quienes inventaron la prensa hidráulica para extraer la manteca del cacao, y producir chocolate. El chocolate que hoy en día conocemos.

Los diferentes chocolates

El chocolate negro es aquel que contiene la mayor concentración de cacao. Cuanto más alto es su contenido, mucho más dietético es. El chocolate es beneficioso a condición de consumirlo con moderación. El chocolate blanco, por su nombre, da la impresión que podría contener cacao, pero esto no es así. En el chocolate blanco no hay cacao en cuanto tal, puesto que se compone únicamente de manteca de cacao, de leche y de azúcar. Este chocolate es el más graso de los tres.

Finalmente, el tercer tipo de chocolate apreciado por los más golosos es el chocolate con leche. Como su nombre indica, está formado de un 14% de materia seca, 60% de azúcar, manteca de cacao, vainilla y finalmente 25% de cacao. Este chocolate también es bastante calórico.

¿El chocolate es una droga?

El análisis del chocolate demuestra que contiene un número de sustancias psicoactivas, es decir, una sustancia natural o sintética que actúa sobre el psiquismo modificando su funcionamiento. Dicho de otra forma, es una especie de droga.

La presencia de estas sustancias psicoactivas no es tan importante como para justificar un estado real de dependencia. Finalmente, lo único que podemos decir, es que la única excusa para comer chocolate de forma compulsiva, es que somos muy golosos.


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