El arĂ¡ndano de Alaska es un tipo de arĂ¡ndano silvestre originario de NorteamĂ©rica, el cual, a diferencia de las bayas cultivadas, crece en arbustos sorprendentemente bajos. Llevan creciendo de manera natural en la misma tierra desde hace mĂ¡s de 10.000 años, lo que los hace muy especiales.
Dado que es altamente perecedero, el arĂ¡ndano, en sus muchas variedades, no puede enviarse fresco, asĂ que se congelan en su punto mĂ¡ximo de frescura. De esta forma, se puede disfrutar de esta baya durante todo el año. De lo contrario, sĂ³lo se podrĂan comer arĂ¡ndanos silvestres durante julio y agosto, que es la temporada de cosecha.
Una taza de arĂ¡ndanos silvestres aporta alrededor de 6 gramos de fibra, un nĂºmero impresionante que convierte a estas bayas en un gran aliado del trĂ¡nsito intestinal. TambiĂ©n contiene hierro, zinc y menos azĂºcar que los arĂ¡ndanos cultivados. En total, una taza se traduce en aproximadamente 80 calorĂas, lo que es muy poco.
De color negro azulado, los arĂ¡ndanos silvestres tambiĂ©n superan a los cultivados en el terreno de los antioxidantes. Se calcula que cuentan con casi el doble de flavonoides –unos compuestos que protegen las cĂ©lulas– que los arĂ¡ndanos cultivados. El arĂ¡ndano rojo, la fresa, la mora y la granada tambiĂ©n le van a la zaga en lo que se refiere a ayudar a retrasar el envejecimiento celular.
Incluir cualquier tipo de baya en la dieta ayuda a prevenir las enfermedades del corazĂ³n, la degeneraciĂ³n macular, la diabetes y algunos tipos de cĂ¡ncer debido a su efecto antiinflamatorio, especialmente si se trata del llamado arĂ¡ndano de Alaska, que crece desde el sureste de Alaska hasta el norte de OregĂ³n.