Beber es vital para los seres humanos. Nuestro cuerpo está compuesto en gran parte de este elemento. Por lo tanto, debemos cuidar este capital, por eso debemos hidratar nuestro cuerpo de forma permanente. ¿Por qué? Simplemente porque si no bebemos lo suficiente nos arriesgamos a sufrir una deshidratación.
Sin saberlo, vivimos en un estado de semideshidratación. En verano, cuando hace calor, bebemos enormemente, mientras nos olvidamos de beber durante el invierno. Sin embargo debemos tener cuidado durante este período del año, puesto que calentamos las habitaciones de la casa, y aquéllas en las que trabajamos, y eso puede causar ciertos problemas al organismo.
Cuando tenemos sed, eso significa que ya estamos sufriendo algún tipo de deshidratación, y que nuestro cuerpo empieza a tirar de las reservas en líquidos del organismo. Por eso debemos beber a lo largo de todo el día, y de manera bien repartida. Un gran vaso de agua por la mañana en ayunas, justo en el momento de levantaros, es esencial para el despertar corporal. Después conviene beber a lo largo del día, incluso comiendo, puesto que contrariamente a lo que se dice, beber comiendo no altera en nada la calidad de la digestión.
Además, si cuidáis vuestra línea, podéis beber un gran vaso de agua antes de sentaros a comer, puesto que eso os permitirá tener menos hambre. Es algo así como un efecto saciante natural.