Darse un baño en la playa o la piscina es una de las actividades más populares del verano, sino la que más. Y no es de extrañar, ya que es una manera de refrescarse mientras te diviertes. Sin embargo, estar bajo el sol entraña peligros para la salud que no se pueden obviar, como las quemaduras solares.
Tomando las medidas de prevención aconsejadas por los dermatólogos (evitar tomar el sol durante las horas centrales del día, utilizar un protector solar SPF 30 o superior y utilizar prendas protectoras como gorras y gafas de sol) se reduce mucho el riesgo. Si ya es demasiado tarde, sigues los siguientes pasos:
La primera acción que debe llevar a cabo una persona cuando se detecta una quemadura de sol es alejarse de los rayos solares. Buscar un lugar fresco inmediatamente no sólo permite a la piel enfriarse, sino que impide que las lesiones sean más graves. El tiempo de abstinencia solar estipulado es de una a tres semanas, en función de la gravedad de la quemadura y el ritmo de recuperación de cada persona. Durante dicho periodo, hay que mantenerse alejado del sol.
Los antiinflamatorios suelen utilizarse en el tratamiento de las quemaduras solares. Puedes consultar con tu médico acerca de qué tipo de antiinflamatorio, así como la frecuencia y la duración más adecuadas para tu caso.
Las compresas húmedas y frías reducen el dolor de la zona quemada a la vez que ayudan a restablecer la humedad. Lo mismo sucede con las duchas de agua fría. Utiliza estos remedios naturales tantas veces como lo consideres necesario durante tu convalecencia para aliviar los síntomas.
El aloe vera y la hidrocortisona también ayudan a combatir la hinchazón, la picazón y el enrojecimiento de la piel mientras esta se recupera de las lesiones causadas por la exposición incontrolada a los rayos solares.